La noche ha cubierto con sus manos
mi cuerpo de esponja mojada,
lo escurre torpemente
y este se empapa de nuevo
de desolada soledad.
En el suelo: sin vida
ni mirada, ni aliento
observo mis sueños correr,
se escapan al paraíso perdido
donde encontraran un impromptu,
tu mirada y un par de alas.
Quiero pararlos pero estoy inmóvil
atrapada, mustia.
Y solo me quedan las lagrimas;
brindo y me las bebo.
Estoy desierta, deshabitada.
Marta K.
No hay comentarios:
Publicar un comentario